Michael Jackson no era solamente un niño prodigio convertido en cantante: Michael Jackson fue un icono de los setenta, ochenta y noventa cuyos problemas existenciales, líos con la justicia y excentricidades varias, no hicieron su figura más grande ni le restaron mérito a su verdadero cometido. La música.
Si me lo permitís, Michael no podía haber elegido “mejor momento” para dejarnos, y es que éste, gracias a Balmain entre otros, era el año no solamente de su vuelta a los escenarios sino el año del resurgimiento de los grandes símbolos que hicieron de el rey del pop el epicentro de un movimiento cultural y estético.
Y es que este 2009 ha sido el año del renacimiento de las chaquetas con hombreras, los guantes metálicos, los sombreros, los blazers de lentejuelas, los brillos, los esmoquins elásticos o las exageradas cazadoras tipo biker.
La prenda que todos relacionaremos inconscienmente con su figura por siempre jamás serán las cazadoras rojas. Esas que lanzó al estrellato mediático y se convirtieron en tendencia de la mano de uno de los vídeos más caros de la historia: Thriller.
Ya sean de piel y puramente ochenteras, o de tipo domador y paillettes, rescatadas del baúl de los recuerdos por Britney Spears y Rihanna, hijas de otro tiempo pero herederas del estilo musical que él creó.
Y que tan excesivamente bien le quedaban junto a su ya mítico guante.
Recuperado en forma de homenaje por Beyoncé en su última gira.
Las cazadoras tipo biker plagadas de hebillas, que siempre llevaba con pitillos strecht fueron otros de sus looks de cabecera, y hoy, no pueden estar más de actualidad.
Lo mismo que sus míticas fedoras. ¡E incluso sus calcetines blancos con zapato negro! Y es que más allá de paladares estilísticos acurados, lo que diferencia a un hortera de un ser extraordinario, es su particularidad, no si se ajusta a ciertos parámetros estéticamete correctos.
O sus gafas de aviador. Otra seña más de su peculiar identidad.
Últimamente, y a pesar de su delicado estado de salud, Michael nos había soprendido apareciendo en público con estilismos firmados por grandes diseñadores como Givenchy.
O Balmain. El mismo que por una broma del destino había hecho del 2009 el año de la vuelta a la vida (pública) del “pequeño ruiseñor” de la música negra convertido mucho antes de su muerte en leyenda viva, y ahora en mito, que ha dejado huérfana a más de una generación.
Un hombre a una condición de estrella pegado, cuyo legado no se reduce a ser profeta de un género musical, sino a 180 grados de música, moda y expresión corporal.
Descanse en paz.
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